domingo, 11 de mayo de 2014

Estabilidad bancaria

Las coaliciones políticas determinan la calidad de los sistemas bancarios nacionales
¿Tienen la culpa los políticos de las crisis bancarias? Calomiris y Haber dicen que sí. Que hay países que sufren crisis bancarias repetidamente y hay otros que apenas han sufrido alguna en toda su historia (EE.UU y Canadá respectivamente). Porque la aparición y gravedad de las crisis bancarias depende de los incentivos que las decisiones de política económica generan sobre todos los implicados en la actividad de los bancos y de las coaliciones vencedoras.
La función de los sistemas financieros es proporcionar acceso al crédito a los que tienen proyectos de inversión y facilitar a los hogares un instrumento que les permita suavizar las diferencias temporales entre sus ingresos y sus gastos. Lo sorprendente es que, estando los sistemas financieros nacionales tan intensamente regulados, las crisis se repitan tan frecuentemente. Calomiris y Haber dicen que los Estados se enfrenta a tres conflictos de intereses: los Estados regulan y, a la vez, se financian a través de los bancos. Además, los Estados garantizan que los clientes de los bancos cumplirán sus contratos con éstos (devolverán los créditos y se ejecutarán las garantías si los clientes no pagan), pero estos clientes de los bancos son los votantes de los políticos, de modo que los políticos necesitan distribuir entre los acreedores de los bancos los costes de la quiebra de éstos y, a la vez, necesitan del apoyo de esos acreedores para ser reelegidos. Si las relaciones entre Estados y bancos son tan estrechas, el sistema se puede comprender mejor si se concibe, no como privado, sino como una suerte de asociación entre el Estado y un grupo de banqueros. De cómo sean los términos de esa asociación, dependerá que se reproduzcan las crisis (y la gravedad de las consecuencias) o que el sistema sea más estable.
La comparación entre Inglaterra y Escocia es muy expresiva. La “coalición” entre el Banco de Inglaterra – que, aunque de propiedad privada, tenía el monopolio de la financiación de la Corona – y la Corona inglesa permitió al primero mantener una posición de monopolio también en el crédito a particulares mediante normas represivas que reducían las posibilidades de expansión de los bancos competidores. Ante las protestas, el Banco de Inglaterra se convirtió en el “financiador de último recurso” de otros bancos adquiriendo los bonos de deuda emitidos por éstos. El sistema se hizo mucho más inestable ya que se alteraron los incentivos de los emisores de estos bonos para “preciarlos” adecuadamente sabiendo que podían vendérselos siempre al Banco de Inglaterra. El resultado es que el sistema financiero inglés se hizo mucho más inestable que el de países vecinos. Por el contrario, un sistema financiero puramente comercial (donde los banqueros soportan el riesgo de que sus acreedores no les devuelvan lo prestado y, por tanto, tienen incentivos para seleccionar bien a éstos) era más estable.
“Cuando el papel del Banco de Inglaterra como financiador del Estado perdió protagonismo – por la implantación de la Pax Britannica tras el triunfo sobre Napoleón – la eficiencia del sistema bancario aumentó y las crisis bancarias disminuyeron”
En el caso de EE.UU., los autores concluyen que los intereses políticos generaron también una distorsión de los incentivos de los participantes en el sistema financiero que, finalmente, desembocaron en crisis: El modelo norteamericano pasó, entre el siglo XIX y el XX, de uno en el que existían miles de pequeños bancos ineficientes y que disfrutaban de un monopolio local, a bancos controlados políticamente cuyas políticas de préstamo – especialmente préstamos hipotecarios – se determinaban por grupos sociales que lograron imponer, como requisito para que los bancos pudieran crecer y extenderse geográficamente, la facilitación del crédito en cantidades asombrosas a ciudadanos de muy bajos ingresos. Es el auge del endeudamiento hipotecario. Para evitar la quiebra de los bancos, esa misma presión provocó la creación y el enorme crecimiento de Fannie Mae y Freddie Mac que actuaron como aseguradores de esos créditos a costa del contribuyente. De nuevo, como “aseguradores de último recurso”, estas instituciones contribuyeron a que los estándares de concesión de crédito se rebajaran enormemente (como había ocurrido en Inglaterra entre el Banco de Inglaterra y los pequeños bancos que prestaban a comerciantes y particulares) y como ha ocurrido en España cuando las Cajas de Ahorro (banca pública) recibían enormes cantidades de dinero a muy bajo precio que prestaron sin el menor control en cuanto a la capacidad de los prestatarios de devolverlo.
Charles W. Calomiris & Stephen H. Haber
Actualización: v., la entrada de John Kay





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